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Esta plataforma está formada inicialmente por un grupo de vecinos de la Nueva Alcalá y Tabla Pintora, estando abierta a que cualquier ciudadano -ya sea de los barrios colindantes, de Alcalá, de la Comunidad de Madrid o de cualquier otro lugar- se sume a este movimiento por la verdadera recuperación de una zona natural, ya sea dejando opiniones y sugerencias o participando activamente.

Todo sea para conseguir que el paseo fluvial del Henares vuelva a ser tal y como todos lo recordamos, sin el muro de hormigón que el Ayuntamiento de Alcalá de Henares está construyendo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Nos amurallan el río

Un muro o muralla es una obra defensiva que protege un territorio, según la definición del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. En Alcalá de Henares, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 2 de diciembre de 1998, conservamos restos de murallas y puertas que nos recuerdan la historia de lo que esta ciudad fue. Y ahora, en estos tiempos consumistas de hormigón y asfalto, Alcalá de Henares dispone de una nueva muralla que ofertar a los habitantes y visitantes de la ciudad en las guías turísticas: la defensa de hormigón del río Henares.

El actual gobierno municipal se ha propuesto “defender” el Henares, a su paso por el barrio de Nueva Alcalá, con un muro de hormigón armado de metro y medio de altura y con un retranqueo que achica en otro medio el ancho del paseo. Ha sido construido en un tiempo récord (agosto y primera quincena de septiembre) y sin el preceptivo informe de impacto medio ambiental. Pero la cosa no acaba ahí. El proyecto contempla erigir otra valla talanquera en el otro borde. De esta manera, el paseo del río se asemejaría más al recorrido de un encierro de reses bravas desde el “corralillo obrero” a la Plaza, que ser un espacio para el esparcimiento ciudadano donde poder disfrutar con la vista del río.


¿Somos las vecinas y vecinos del barrio de Nueva Alcalá los “nuevos enemigos” del entorno natural del río Henares? Los hechos más bien demuestran todo lo contrario. Durante treinta años el paseo no ha merecido la más mínima atención gubernativa. La anterior valla de reja metálica, los estropeados bancos de hormigón, las papeleras que brillaban por su ausencia, la parcheada acera de asfalto, la escasa o nula limpieza de la ribera del río… Pese a todo esto, pasear por el río Henares en este tramo podía hacerse con cierta dignidad, pues frente al deterioro producido por las gentes que lo han mal usado durante treinta años, está la gran mayoría que le hemos dado un buen trato.


Aquí, nuestras niñas y niños podían contemplar desde la verja las aves y la vegetación de la ribera. Ahora no pueden. Aquí podía uno pararse, sobre todo en otoño y primavera, a contemplar los cambios estacionales en el cauce. Ahora no podemos. Las alumnas y alumnos de los colegios cercanos utilizaban el paseo del río para actividades educativas varias, desde la observación de la naturaleza hasta tomarse el bocadillo viendo los patos. Ahora no es posible. Y aquí, junto al río, nuestros mayores pasaban tan a gusto largas horas en días soleados. Ya no tienen este merecido esparcimiento. Desde los bancos del pequeño parque infantil de Tabla Pintora podíamos contemplar la arboleda del río mientras juega la chiquillería. A partir de ahora tenemos enfrente una pared continua de hormigón. Como la que ve quien recorra el paseo a pie, en bici o haciendo deporte.


La cuestión es que el coste de semejante agresión al medio ambiente y al disfrute del ocio ha salido de nuestros bolsillos, de las arcas municipales. Beneficio que se embolsa la empresa subcontratada por el Ayuntamiento. Si bien el dinero es nuestro, a quienes lo manejan no se les ha pasado por la cabeza preguntar su opinión al vecindario o a los agentes sociales del barrio, tampoco informarles sobre esta importante transformación en el único entorno natural y de esparcimiento que disponemos en esta zona. Tendremos que preguntarnos, ¿para qué están los Concejales de distrito?

Las vecinas y vecinos del barrio sabemos apreciar en lo que vale el entorno en el que hacemos la vida, aunque no dispongamos de tiempo, medios, información y formación suficientes para hacerlo mucho más mejorable. De esto se valen aquellos poderes públicos de dudosa catadura democrática para construir murallas físicas y burocráticas que nos asfixian la existencia.


Todo muro produce sus límites. Y está bien que las personas dispongamos de límites y normas que faciliten la convivencia. Pero hay otros muros que son una injusta bofetada en la cara, como la que nos acaban de dar en el barrio de Nueva Alcalá.


Por eso las vecinas y vecinos, con toda la razón de nuestra parte, estamos indignados y lo decimos públicamente, a las claras y en la calle. Porque no queremos ni más muros ni más hormigón en nuestro entorno. Queremos que este barrio, cuya trama urbana es una ratonera para la movilidad de personas y vehículos, no nos lo acoten más por su límite natural: el río Henares. Eso queremos, no sólo porque es justo para la ciudad y bueno para el medio ambiente, sino porque el río Henares, como todos los ríos, es también patrimonio natural de la humanidad, y quienes moramos en sus riberas tenemos el derecho y el deber de cuidarlas.


La defensa de hormigón del río Henares tiene que desaparecer de nuestra vista. No nos protejan tanto, de verdad, no lo necesitamos, somos gente pacífica. Otra cosa es que la intención de los que han construido el muro sea la avanzada de una nueva batallita dentro de la guerra abierta contra los derechos ciudadanos. Porque lo peor de la crisis económica no es que la estemos soportando quienes cada vez menos tenemos, sino las maneras despóticas y arbitrarias en el uso del dinero público, en este caso, para un muro de hormigón tan inútil como dañino, tanto para el río como para la ciudadanía.

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