Los vecinos de Alcalá de Henares nos vemos obligados por decisión autoritaria del gobierno municipal a vivir rodeados de muros.
El primero y más cercano es el que amuralla el río Henares a su paso por Los barrios de Nueva Alcalá Y Tabla Pintora. Muro que es una humillación pública para los alcalaínos, una agresión impune al río y una actuación urbanística en un dominio público hidráulico protegido por la normativa vigente en materia hidrológica e hidrográfica.
El segundo es el muro del absolutismo político que con total descaro, impunidad y desprecio por la opinión ciudadana se permite el lujo de infringir la ley y aquí no pasa nada. Una vez cometido el delito contra la ciudadanía ¡por nuestros representantes políticos!, a ésta sólo le queda el recurso al maestro armero. No sólo, sino que somos desacreditados y acusados de practicar “la denuncia pública” frente a los atropellos de que es objeto: a su dignidad, a su libertad de expresión, a opinar sobre el uso del dinero público y a su poder de decisión frente a la actuación antidemocrática de los poderes públicos.
Un dato, vertido por un Concejal de la oposición municipal, en el Pleno del 21/09/10: el 14 de septiembre el Ayuntamiento de Alcalá de Henares solicita autorización para la actuación en la ribera del Henares a la Confederación Hidrográfica del Tajo, cuando el hormigón ya estaba seco en el muro y en el suelo del paseo. El absolutismo es violento y actúa con la ignorancia que le es propia.
CUALQUIER PROYECTO EN EL RÍO TIENE QUE SOMETERSE AL DICTAMEN DE UNA DECLARACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL ANTES DE PODERSE TOCAR NI UNA HOJA EN LA RIBERA DEL HENARES.
El tercero es el muro de la soberbia política y del desprecio a nuestra inteligencia. Veamos en detalle los argumentos de la arrogancia. El Ayuntamiento construye el muro por dos motivos: NUESTRA SEGURIDAD Y POR ESTÉTICA.
Si Gila viviera, tendría en esta farsa sobre la seguridad una mina para sus geniales chistes. ¿Qué ocurriría en el salvaje este de Alcalá de Henares cuando las aguas del río cubran la isla del Colegio, corra a raudales hacia el barrio de Venecia y llegue a la Plaza de Cervantes? Respuesta: el hipotético dispositivo de seguridad municipal en caso de inundaciones, salvará a los habitantes de aquellos barrios de perecer ahogados. ¿Cómo? Serán rescatados, por razones estéticas, en procesión de góndolas y transportados por valientes gondoleros hasta el paseo del río que, con su fenecido muro de 1 m. y 50 cm, resucitado después a una altura de 45 cm. cumpliría con su razón de ser: proteger de imaginarias riadas a los barrios de Nueva Alcalá y Tabla Pintora, salvar de paso a todo habitante complutense… y ya puestos, a todo el patrimonio mundial de la humanidad toda.
El motivo estético, al igual que la insolente arbitrariedad, es una razón bastante subjetiva, pero unido al de la seguridad produce, como en el sueño de la razón goyesca, monstruosas obras de des-arte y desastres medio-ambientales a secas. A ningún vecino o vecina con los que hemos hablado -y han sido muchos- el muro, medio-muro o murete les gusta, estéticamente hablando. ¿Por qué? Porque somos como aquel pueblo que se destornillaba de risa al ver al emperador en pelota picada mientras lucía lo que él consideraba su más maravilloso traje. Porque también sabemos que la industria ladrillera es como aquellos sastres que estafaron al emperador. Con la diferencia, en nuestro caso, que los estafados somos “los súbditos sumisos” del hormigonero emperador Bartolo I que le hemos salido, no sólo ranas, sino insumisos frente a su último capricho electoral.
Hemos sentido profunda indignación por lo acaecido en el último Pleno municipal. Quienes nos gobiernan trataron nuestras justas y ¡legales! peticiones como apestosa basura y a quienes asistimos, como a chusma deleznable y peligrosa. Como en la concentración del domingo 19 de septiembre, fuimos en el Pleno objeto de acoso policial. Al que calla no se le pide el D.N.I. A quien abre la boca para manifestar su descontento, se le pide la documentación con prepotencia. Después, gracias a la indefensión en la que vivimos, te llega a casa la denuncia por una “supuesta” infracción.
Pero el vecindario que se preocupa por su barrio suele hacer uso de la estética con muchísima más ética. Es bochornoso que quienes no disfrutan de las mieles del gobierno municipal utilicen sin permiso nuestro descontento como moneda de cambio electoralista. Los unos a las claras: si el próximo gobierno es nuestro, tiramos el muro. ¿Política mercantil o de chantaje? Los otros, defraudados, porque si en principio el muro era para evitar las inundaciones, bueno, lo toleramos, pero después que los vecinos y vecinas hemos desvelado públicamente el engaño y manifestado a las claras nuestra oposición frontal, entonces es cuando los demás partidos no tienen el talante democrático que ellos sí tienen. ¿Política ficción o refundación política con quiénes?
Y por último tenemos enfrente el peor de los muros posibles: el de la indiferencia y el silencio cómplice frente a la ilegalidad. Quien calla, otorga. Quien tolera la mordaza en la boca, tolerará los grilletes en los pies y hasta el paredón de fusilamiento, si no aprendemos a decir ¡Basta ya!
El muro o el medio muro parece que se queda. Tiempo al tiempo. Porque las vecinas y vecinos también nos quedamos. Veremos cómo el muro se llenará de meadas, de pintadas que no quitarán, veremos más basura de la que ya hay detrás del murete, basura que no limpiarán, como siempre. Y el deterioro volverá a reinar en nuestro paseo. ¿De quién será la responsabilidad? Nuestra no, desde luego, porque la verdadera participación ciudadana no consiste en preguntarnos, mediante intermediarios terceros, a qué altura queremos la horca caudina que van a meternos por el cuello. No.
La verdadera participación ciudadana comienza con el respeto, por parte de los poderes gubernativos, hacia los lugares públicos donde hacemos la vida. Porque una participación ciudadana democrática pasa por mejorar aquellos espacios más deteriorados de la ciudad, favoreciendo a los más desfavorecidos. Porque la participación ciudadana no es un eslogan publicitario, ni una medalla, ni la práctica del amiguismo político. Participación ciudadana es lo que estamos haciendo las vecinas y vecinos de Nueva Alcalá y Tabla Pintora: defender al inocente río Henares de la violencia con la que lo tratan y para que nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos podamos vivir tranquilos y en paz al lado de su ribera.
Es justo y razonable lo que pedimos. Lo que hace el Ayuntamiento es injusto y reprobable. En nuestras manos está convertir todos estos muros en cosa del pasado. Podrán vencernos, no sabemos todavía, pero lo que nunca lograrán es convencernos porque toda la razón se ha puesto de nuestro lado. Lo demás, pan para hoy, y hambre para mañana.
NOS VOLVEMOS A REUNIR: Domingo 26 de septiembre de 2010 a las 12 H. LUGAR: en el muro del paseo del río. Vecina, vecino, Te esperamos.